Claramente, la expansión de esta enfermedad contagiosa ha derrumbado economías, generado angustia, dolor, y muertes, muchísimas muertes. Y el fútbol, evidentemente, se vio afectado.
Pensaba escribir mis reflexiones sobre el tema tiempo atrás, pero no lo consideraba adecuado, o capaz, no encontraba las palabras correctas para expresarlo. Ha pasado más de un año del último post, y a pesar de que no he dejado de vivir el fútbol, la motivación que me llevaba a escribir semanalmente sobre lo que acontecía en el deporte que sigo más fervorosamente ha menguado.
Recuperando el espíritu de la primera entrada, y a su vez, fue lo que me llevó a crear el blog, deseo expresar mi visión, tan particular, cómo controvertida y tal vez polémica, sobre ciertos aspectos que rodean al fútbol.
Primero fue la Bundesliga, después La Liga, la Serie A y la Premier League. Los torneos de clubes a nivel local más importantes del mundo fueron retomando sus competiciones poco a poco, en un ambiente extraño, inmensos estadios con gradas vacías. Al primer partido pudo resultar extraño, al siguiente un poco raro, ya al tercero, la pelota rodaba tranquilamente sobre el césped y el juego, el verdadero protagonista de la escena, era analizado en su máxima expresión. ¿Dejaron de existir los hinchas o culminó la pasión? Por suerte no, el fútbol no perdió audiencia y vive plenamente.
Las circunstancias extraordinarias y tristemente lamentables que privan al público de agolparse en los estadios no me hicieron extrañar del desarrollo de los partidos los insultos, las manifestaciones racistas, homofóbicas, xenófobas, los escupitajos, grescas y agresiones que en una cancha de fútbol, y sus adyacencias, son moneda corriente, tanto en Europa cómo en mi continente , América. Y todo lo que comenté en forma negativa emerge de la sociedad, está claro, pero en el mundo del fútbol se ha naturalizado. Los futbolistas, a su vez, habían adoptado el comportamiento de sus ultras, barras o hinchas comunes, manifestando los mismos términos o izando las mismas banderas, todas pregonando la supremacía sobre el rival. Y cuando una persona manifiesta tras la victoria que el rival de su mismo barrio, ciudad o lo que fuera, no existe, o no pesa, o no vale, pues ya ha incurrido en un falta grave, el triunfo es pasajero, el respeto perdido no se puede recobrar.
Apunto a la vuelta al origen, al placer de jugar al fútbol con amigos, con desconocidos, con vecinos del barrio, con vecinos de otros barrios, con compañeros de trabajo, con trabajadores de otras empresas, entre cursos de colegio.La rivalidad existía, había pica, pero el denominador común era divertirse, pasarla bien. Y si un equipo ganaba un día, al otro día ganaba el otro, o la semana próxima. Lo más importante no era superar al rival, destruirlo, sino que volvieran a juntarse para seguir jugando. ¡Cuánto se extraña no poder volver a reunirse, o disfrutar aquellos momentos en estos tiempos!
Todavía estamos en pandemia, y en un contexto social tan lamentable, se han disputado clásicos, se han definido campeonatos,o ascensos y descensos, pero en un ambiente dentro del campo de juego más cordial. El Bayern Munich fue una topadora, el Real Madrid le ganó en el sprint final al Barcelona, Anfield lució vacío ante la espléndida consagración del Liverpool y Juventus, a pesar de sus dificultades, ratificó su chapa de campeón. Todo, en un rally maratónico de encuentros, donde los protagonistas han sido los jugadores (y a veces los árbitros).
¿Por qué trato de recalcar tantas
veces lo del protagonismo de los jugadores? Tristemente, haré referencia a los
choques recientes entre River y Boca por la Copa Libertadores, acaso uno de los
clásicos más comentados en el mundo, y no por lo que puede llegar a ocurrir
dentro del campo. En 2004, el Xeneise deja afuera por penales a su rival y
avanza a finales, pero sólo hubo público local en ambos encuentros por razones
de seguridad. En 2015, el Millonario avanza a cuartos en un cotejo de vuelta
que no pudo finalizarse por los ataques que recibió el plantel con gas pimienta
en la Bombonera. El Santiago Bernabéu fue sede del partido culmine en 2018 que
volvió a ganar River, poco se recuerda que la situación se definió en Madrid ya
que el micro que transportaba a Boca fue apedreado antes de la llegada al
Monumental. El año pasado, las semifinales entre ellos volvieron a disputarse sin público visitante. Y en el
fútbol argentino, hace mucho tiempo que los partidos de liga no tienen público
visitante. Todo un símbolo de decadencia, de violencia, de angustia, de
enfermedad, y de contaminación para un deporte en donde el fin último debería
ser la diversión.
La victoria, el triunfo, la consagración, son recordadas, es cierto, muy valoradas, pero difícilmente uno se convierta en hincha solamente por éxitos deportivos, muchas veces otras cosas son igualmente valoradas. Todos cometemos errores, pero debemos evitar que el fanatismo nos lleve al mal comportamiento.
Deseo fervorosamente que cuando la situación mejore, cuando las personas puedan volver a acudir a los estadios, primero con distancia de seguridad, de a poco y luego ya en masas, impere en el ambiente un aire de júbilo, se respete a los verdaderos protagonistas y al público rival, que no son enemigos, son personas que acuden por una misma razón, la pasión que nos une por el fútbol, un deporte tan bello como único.
PD:
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